Desperté de uno de los sueños más profundos y dulces que he tenido, desperté y dejé de ver tus ojos, aquellos ojos tan profundos como el mar y tan negros como el ébano; dejé de escuchar tu voz, esa voz fuerte y suave a la vez, esa voz que hechiza mis sentidos, dejé también de sentir tus manos sobre las mías, aquellas manos que me acarician de la manera más sensible sin perder la fortaleza para sostenerme; desperté y te fuiste en una nube de recuerdos, te desvaneciste en mi memoria como la niebla en la aurora.
Desperté de aquel sueño que me gustaría fuera un déjà vu, pues volvería a perderme en tu mirada, a bailar al ritmo de tu voz, a sentir tus caricias, a ser uno contigo; dejaría de soñarte para amarte y dejaría de dibujar tu silueta e idealizarte para saber que eres mi realidad.
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