sábado, 28 de abril de 2012

El primer beso.

Una cita en medio de tu mundo y de el mío, la velada perfecta, todo estéticamente perfecto, todo está listo ahí en algún lugar del mundo, todo hasta el más mínimo detalle lo tenías controlado, absolutamente todo.

Cuando recibí la invitación esperaba leer en la tarjeta una leyenda extensa de esas que te dicen por qué te están invitando, la hora, la fecha, el sitio, la forma de vestir y quién invita al evento, pero en cambio encontré un mensaje sencillo que decía:

Donde siempre se encuentran nuestros corazones vestidos de gala bajo el cielo de las ocho de la noche. 
Eso era todo, no firmaba nadie, no especificaba nada más, pero aún así estaba segura de todo, del lugar, de la forma de vestir, del día del encuentro, de la hora, pero lo más importante, del remitente.

Salí de la oficina a las cinco de la tarde como siempre, llegué al apartamento y recordé la nota que dejaste alguna vez sobre un hermoso vestido de gala que no había tenido la oportunidad de utilizar, un traje sobrio, negro que te encantaba y que me parecía espectaluarmente perfecto para la ocasión, así que me dirigí rápidamente a buscar el vestido, lo puse sobre mi cama, busqué un par de accesorios para acompañar la belleza del traje y de la noche, e igualmente los ubiqué estratégicamente al lado del vestido.

Luego de eso, me fuí a la ducha y al salir empecé a arreglarme, el vestido era perfecto pero había algo que me faltaba, no sabía qué era hasta que recibí una llamada de alguien que me dijo: "En el segundo cajón del escritorio del estudio encontrarás lo que falta", solo eso se escuhó, inmediatamente bajé y en la ubicación descrita por esa voz misteriosa encontré una cadena y un dije forjado con la inicial de tu nombre.

Ya casi se llegaba la hora indicada, así que subí al auto, lo encendí y emprendí mi camino rumbo a tu encuentro, no tenía otra cosa en mente más que el sitio indicado, al llegar estacioné el auto en el lugar que estaba demarcado, respiré profundo y al bajarme encontré una nota más:

Así como las estrellas alumbran la noche del caminante, la serie de antorchas te llevará a mi encuentro.

Hice caso a la nota y me dirigí hacia las antorchas que demarcaban un hermoso camino y cuando llegué al final de la demarcación, encontré la cabaña donde siempre mi corazón y el tuyo se habían encontrado sin que nuestros cuerpos se vieran, entré en la cabaña y te encontré allí junto a una mesa hermosamente adornada de manera sencilla, luz a tono medio, música suave, velas encendidas, y para mi sorpresa un piano.

Entonces te acercaste, rodeaste con tus manos mi cintura, mientras las mías se posaron sobre tu cuello, y nuestros labios se fundieron en un beso; pasamos a la mesa, cenamos, encendiste la chimenea y me pediste bailar contigo, a lo cual accedí de inmediato, y mientras bailábamos tu boca susurraba a mi oído lo mucho que deseabas que me quedara contigo esa noche.

Terminada la melodía pregunté el por qué se encontraba un piano allí, y fue entonces cuando tomaste suavemente mis manos y me acercaste al hermoso teclado de aquel majestuoso instrumento, y me pediste tocar una canción mientras traías para los dos una copa de vino.

Ya en el piano mis manos se dispusieron a tocar la melodía que le dictaba el corazón, el instinto, la piel, el ambiente, la compañia, todo, escuchaste atentamente hasta el final, agradeciste la melodía, tomaste mi mano y pusiste en ella la copa de vino, encendiste nuevamente la música tomaste tu copa, te acercaste a mi y me pediste una vez más bailar.



Te adoré bailando, y mientras bailamos tu boca empezó a besar mi cuello y a repetir una y mil veces que querías que me quedara contigo esa noche, esa maravillosa noche, mi piel necesitaba conectarse con la tuya y accedí a quedarme, a amarnos en ese espacio tan bellamente adornado, tan sublime, tan especial, allí en medio de la cabaña y de la noche fuimos uno solo.

Desde entonces nuestros corazones salen volando a encontrarse en el mismo lugar, bajo el mismo ambiente, y con la misma sensualidad de aquella primera noche en la que tu vida y la mía se cruzaron para darnos nuevamente ese primer beso.

1 comentario:

  1. ¿Cuándo vas a permitirme darte ese primer beso que marque el inicio de nuestra historia?

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