Luna llena adornando el cielo, un cielo tan maravilloso como nunca antes lo había visto, un cielo para decir te amo, o simplemente para que los amantes callen y en un beso digan todo.
Allí, en medio de toda calma, en medio de la nada y de todo, allí estábamos los dos, uno frente al otro, tus manos sobre las mías, los dos sin decir una sola palabra nos conectamos cósmicamente y pasados un par de minutos mis labios rozaban tu piel, mientras tus manos recorrían la mía con tal pasión que mi cuerpo reclamaba por ti, tu boca tenía sed de la mía y tus ojos no se apartaban de mi ser.
Allí y solamente allí, donde nuestras mentes se olvidaron de todo lo que no fuéramos tu y yo, allí mi corazón y el tuyo se fundieron en uno solo y sin separarse ni un instante cumplieron con el ritual pactado amándose al unísono de las olas del mar, bailando al compás del viento, sintiendo el palpitar latente de nuestras almas y el néctar del amor.
Allí, bajo la inmensidad del cielo y cobijados por la profundidad del mar, allí descubrí que realmente no estabas conmigo, que estaba volando solamente con tu recuerdo, con el recuerdo de aquel futuro que se plasma en mi mente y que tal vez fue un pasado que no logro encontrar.
Allí y solo allí dibujé para los dos el cielo en el mar, mis manos en la arena y un beso en el viento, un beso que debe ser encontrado por aquel que hace vibrar mis sentidos, que mi piel se erice y que mi boca pronuncie su nombre sin emitir sonido.
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