sábado, 11 de octubre de 2014

En la penumbra de la noche callada y sigilosa se escriben unas cuantas letras en el lienzo vacío de aquella parada. Se escriben letras con tinta de alma, con tinta de amor y las letras calladas buscan ser vistas y buscan respuesta, una respuesta que también sea escrita con tinta de alma, con tinta de amor. 


El lienzo ya no está en blanco y son testigos los luceros de quien se robó la pintura blanca dejando una hermosa y sentida balada que ha de ser bailada al compás de los corazones amantes una vez sea descubierta por aquel para quien fue escrita. Es entonces cuando las letras resplandecen y brillan más que las estrellas solo buscando ser descubiertas, juegan entre ellas a ser palabras, palabras de amor, palabras claras y sentidas, palabras que empiecen a cantar al viento el infinito sentimiento que no se cansa de buscar y ganar todas las batallas que tenga que librar para que aquel a quien fueron dedicadas sea feliz y no sienta ni un solo segundo un ápice de tristeza.

Las palabras entonces también juegan sus rondas y ya que han sido canción ahora son poesía, poesía que quiere ser leída por quienes quieran leer pero solo sentida por quien la inspiró, poesía, música, balada, destellos brillantes en el lienzo blanco de la noche oscura y el reflejo de las estrellas en el agua clara que dibujan la sutileza de un sentimiento profundo y arraigado que en éstas pocas letras fue escrito con tinta de alma, con tinta de amor para que sea llevado por el viento hasta el corazón de aquel que inspira cada latido del corazón que hoy late al ritmo de las letras del nombre de su amado y termina la pintura en el lienzo blanco de la noche oscura.


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